jueves, 1 de diciembre de 2011

Reflexión a oscuras



La habitación estaba oscura cuando desperté. Por el tiempo que calculé que llevaba durmiendo pensé que podrían ser las tres o las cuatro de la madrugada. El sueño había sido muy extraño pero no fue esa la razón de que me despertase. Sentía un dolor intenso y agudo en el medio del pecho. Como si los pulmones al tratar de llenarse chocaran con las costillas y no consiguieran coger todo el aire. Me costaba respirar. Eché la vista atrás en el tiempo y recordé esa sensación. Lamentablemente no me resultaba para nada desconocida. Trataba de pensar en otras cosas cuando la cama se movió. Era él. Al intentar darme la vuelta para mirarle se me escapó un gemido de dolor y decidí que lo mejor sería quedarme completamente quieta, de lado y dándole la espalda. Mientras buscaba la forma de dormirme otra vez, el sueño del que había escapado hacía unos segundos se atravesó en mis pensamientos. Ella no estaba en su lugar y para más rareza, me había invitado a que tomásemos un café juntas. No podía soportarlo más. Si no era por una cosa, era por otra, pero ella no dejaba de aparecerse en mis pensamientos, en mis sueños... En mi vida, vaya. Si pudiera tener la forma de borrarla de mi cabeza todo sería mucho más fácil, porque ya era una obsesión. Noté que él se daba la vuelta y me abrazaba desde atrás. Le escuché hablarme: "amor... ¿?" no entendía lo que venía después pero me gustaba sentirle cerca de mí, ignorando mis paranoias. Mientras yo pensaba en un sueño estúpido con alguien con quien ni siquiera debería soñar, él soñaba conmigo y dormía de lo más tranquilo.
Me pregunté si yo dejaría atrás las pesadillas, sin dejar que se interpusieran entre él y yo.
Puede que sí.
Ojalá.




Betty Martí.